La industria avícola argentina cierra el 2024 con una evaluación equilibrada, según Franco Santangelo, presidente de CEPA. El reconocido empresario destacó que “el año termina bien, con altibajos, pero en promedio fue un buen año”. Si bien el primer semestre fue positivo, el brote de influenza aviar complicó el panorama en el segundo tramo del año. Aún más, los efectos de la enfermedad continúan latentes debido al cierre de mercados clave como China, uno de los destinos más importantes para la carne aviar argentina.
La influenza aviar no solo impactó en las exportaciones, sino que también alteró la dinámica del mercado interno. “Se mejoraron las mortandades, se mejoró la sanidad, hubo más kilos de oferta, hubo un mercado cerrado por la influenza, eso hizo aumentar la oferta, bajar un poco la demanda”, explicó Santangelo. A pesar del retroceso en materia de comercio exterior, el consumo interno sostuvo al sector: la carne de pollo ha alcanzado los 50 kilos per cápita, una cifra histórica en un país tradicionalmente ganadero. “Es increíble, a veces es a costa de nuestro costo –o de nuestras utilidades–, pero en general, el pollo es mucho más barato que la carne”, remarcó.
De cara al futuro, las expectativas apuntan necesariamente hacia el comercio exterior. Aunque el mercado interno está casi saturado, hay margen para crecer afuera. “Mercados hay un montón, nosotros somos muy insignificantes en la producción mundial. Tenemos que lograr mejor competitividad para poder competir contra los grandes jugadores en exportaciones agrícolas”, señaló Santangelo, poniendo el foco en la necesidad de inversiones y mejora en la infraestructura del sector.
La modernización de las granjas, muchas con más de seis décadas de antigüedad, es una urgencia. Al respecto, el titular de CEPA advirtió: “Necesitamos algo que sea bastante voluminoso en cuanto a la obra o al recambio de granjas que tienen unos 60 años”. Para lograrlo, planteó como requisito indispensable el acceso a créditos competitivos y a tasas razonables: “Estamos esperando que se normalice el sistema financiero y podamos tener alcance a créditos con estabilidad prevista”.
En cuanto a la competencia con Brasil, Santangelo rememoró los duros años ’90, cuando las importaciones de pollo brasileño ingresaban al país generando distorsiones con precios de dumping. Hoy la situación es diferente. “Somos bastante más eficientes que en aquel momento (…) Brasil no nos hace entrar en pérdida, concretamente, porque tiene su costo, tiene logística, tiene algunos impuestos menores, pero los tiene”, sostuvo. Además, destacó que la venta de pollo fresco, predominante en el mercado argentino, es difícil de reemplazar con producto importado congelado.
Finalmente, Santangelo subrayó que la mejora competitiva a nivel país requiere de una acción conjunta entre sector privado y un ecosistema que propicie el crecimiento. Si bien “el sector privado está invirtiendo y ayudando a los productores a mejorar su tecnología”, advirtió que para alcanzar verdadera competitividad internacional es fundamental superar las barreras estructurales del país, como la logística y la falta de financiamiento, que siguen siendo los principales escollos para una expansión sostenida.