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    Ovoprot: de la tradición familiar a la producción avícola del futuro

    Juan Antonio Perea, director de Ovoprot, repasa la evolución de la empresa desde sus inicios hasta su presente automatizado y sustentable. Además, reflexiona sobre el futuro de la avicultura argentina en un contexto global que exige proteínas accesibles, seguras y trazables

    En este tercer bloque de la entrevista con Cátedra Avícola & Agropecuaria, Juan Antonio Perea, director de Ovoprot, nos lleva en un recorrido desde la producción avícola tradicional hasta los estándares de automatización y sustentabilidad que definen a la empresa hoy. Su testimonio no solo relata la transformación tecnológica de la compañía, sino que también proyecta una visión ambiciosa sobre el papel que puede jugar Argentina en el escenario alimentario mundial.

    Perea rememora una época en la que Ovoprot contaba con 1,2 millones de ponedoras distribuidas en galpones convencionales, manejados con una relación de una persona cada 6.500 aves. “No porque fuera culpa del operario, pero no se podía manejar adecuadamente ni la alimentación ni el ambiente”, señala. Este modelo contrasta radicalmente con el presente: galpones automatizados con 185.000 aves y sin presencia humana directa en su interior, monitoreados a través del celular con datos en tiempo real sobre temperatura, alimentación y confort.

    Esa transformación ha sido fundamental para mejorar el bienestar animal, optimizar los recursos y cumplir con las exigencias de mercados como Japón o la Unión Europea. Perea destaca que los clientes internacionales —como Unilever— exigen trazabilidad absoluta, sustentabilidad y calidad garantizada, tanto en la producción primaria como en la planta industrial que procesa el huevo.

    Uno de los temas abordados con sinceridad es la percepción del consumidor sobre el color del huevo. Aunque no hay diferencia organoléptica entre el huevo blanco y el color, existe una asociación cultural que vincula el huevo color con el campo y la frescura. “Es una percepción errónea, pero aún vigente”, señala. Perea también recuerda anécdotas de los primeros intentos de exportación a Japón, donde incluso el color de la cáscara era motivo de objeciones.

    Sobre el futuro, es optimista. Cree que Argentina tiene el potencial para convertirse en un proveedor clave de proteínas de alta calidad para el mundo, siempre que el país logre establecer políticas de Estado a largo plazo y supere la inestabilidad institucional. “Brasil lo logró, nosotros podemos hacerlo también. Tienen combustible, carne, huevo… nosotros teníamos todo eso antes”, reflexiona.

    Ovoprot seguirá creciendo, afirma con convicción. Aunque la empresa ya ha alcanzado una escala considerable, el espíritu innovador y emprendedor permanece intacto. “Nos criamos al pie del cañón. Y vamos a seguir apostando por la producción”, concluye Perea, con una mezcla de orgullo por el camino recorrido y esperanza por lo que vendrá.

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