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    Genética, bioseguridad y tecnología: las claves del modelo productivo de Ovoprot

    En diálogo con Cátedra Avícola & Agropecuaria, José Luis Elejalde, gerente de producción de Ovoprot, explica cómo la elección genética, la eficiencia tecnológica y la rigurosa bioseguridad convierten a esta empresa en un modelo de producción moderna y sustentable.

    En la unidad productiva de Ovoprot en Chivilcoy, el ingeniero zootecnista José Luis Elejalde lidera una operación altamente tecnificada que representa el presente —y el futuro— de la producción de huevo en Argentina. En esta entrevista, comparte las decisiones estratégicas que sustentan el sistema productivo de la empresa, desde la genética hasta la sanidad y la trazabilidad.

    La elección de las líneas genéticas Lohmann y Dekalb no es casual. Elejalde detalla que Ovoprot ha desarrollado, a lo largo de los años, un sistema de evaluación basado principalmente en rendimiento por kilo de huevo por metro cuadrado. Esta métrica, clave en sistemas de producción automatizados como los que emplea la compañía, determina la eficiencia del galpón y, por ende, la rentabilidad del sistema. Además, menciona que ciertas líneas genéticas se adaptan mejor al manejo específico de cada empresa, un dato que solo la experiencia permite consolidar.

    El uso de galpones altamente automatizados permite controlar con precisión variables como temperatura, consumo de agua, consumo de alimento y postura diaria. Esta información en tiempo real es crítica no solo para el monitoreo sanitario, sino también para la optimización del manejo. La mortandad, en este sistema, es prácticamente insignificante cuando no hay eventos imponderables, gracias al nivel de confort y estabilidad ambiental.

    La entrevista pone especial énfasis en la bioseguridad, un concepto que ha cobrado enorme relevancia en los últimos años con la amenaza global de la influenza aviar. La prevención del contacto con aves silvestres, la instalación de redes, el control de espejos de agua y, sobre todo, la concientización del personal que trabaja en las instalaciones, son pilares clave. Con pocos operarios gracias a la automatización, el contacto cercano y la capacitación constante permiten sostener protocolos exigentes.

    Además, Elejalde señala que esta rigurosidad es fundamental para superar auditorías internacionales, especialmente de destinos como Japón, donde los estándares son altísimos. Pero esa exigencia externa, lejos de ser una carga, beneficia también al consumidor argentino, que accede a productos de alta calidad. “Las exigencias no implican necesariamente un aumento de costos; muchas veces se traducen en eficiencia y rentabilidad”, explica.

    La entrevista también aborda la creciente influencia del consumidor como actor central. Elejalde afirma que el auge del huevo como alimento saludable, versátil y económico ha cambiado las reglas del juego. “El huevo se puso de moda. Se le sacó la careta de ‘alimento malo’ y se lo empezó a valorar por lo que es: completo, accesible y saludable”.

    Este cambio cultural, sumado a los avances en instalaciones, genética y manejo, posiciona a la producción de huevo como una actividad sin techo. La posibilidad de acceder a productos listos para el consumo —como huevo líquido o en polvo— es cada vez más tangible. Como en otros mercados más avanzados, la tendencia apunta a una industrialización creciente, donde el consumidor podrá acceder al huevo en formatos adaptados a su estilo de vida.

    Ovoprot, con su enfoque en la excelencia productiva y comercial, se posiciona como un referente que combina ciencia, experiencia y visión de futuro.