La noticia que impactó al sector agroproductivo argentino esta semana fue, sin duda, el anuncio del gobierno nacional sobre la suspensión temporal de las retenciones a las exportaciones de soja y sus derivados, medida que regirá hasta el 31 de octubre o hasta alcanzar el equivalente a 7.000 millones de dólares en ingresos por exportaciones. Carlos Castagnani, titular de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), recibió la disposición “con sorpresa”, pero la valoró como una señal necesaria, aunque aún transitoria. “Es algo que el sector viene pregonando y estamos totalmente convencidos de que cuando no existan más retenciones y ese dinero vuelva a la producción, nos vamos a dar cuenta cuántos años perdimos inútilmente”, afirmó.
Castagnani criticó en duros términos el carácter distorsivo de las retenciones, a las que calificó como un “impuesto mal llamado así”, ya que se trata, según sus palabras, de una “extracción directa a una producción” que no guarda relación con la ganancia o la eficiencia productiva. “Es un impuesto que hace de tapón a la economía”, afirmó, y aseguró que su eliminación podría dinamizar no sólo al agro, sino a las comunidades rurales que dependen del movimiento productivo y económico del campo.
Sin embargo, el dirigente rural reconoció que la medida llega tarde para muchos. “La mayoría [de los productores] ya vendió” su cosecha, explicó, y remarcó que quienes conservan granos en su poder lo hacen como reserva de valor, vendiéndolos gradualmente para cubrir sus obligaciones. “Al productor hoy se le abre una herramienta más… cada productor analizará su situación”, dijo, dejando en claro que el beneficio será marginal y dependerá de la conveniencia puntual de cada productor.
En cuanto al impacto en las decisiones agrícolas, Castagnani fue categórico al afirmar que una medida de corto plazo como esta no moverá la aguja de la siembra. “El productor tiene planificada su siembra. Son muy pocos aquellos que todavía están a tiempo de decir ‘siembro un poco más de soja’ por una medida que en pocos días dejará de tener efecto”, indicó.
Consultado sobre si percibe que el Gobierno finalmente comprende la realidad del sector agropecuario, Castagnani fue diplomático, aunque revelador: “Yo diría que hay un poco de las dos cosas”, sostuvo. Por un lado, reconoció un “buen diálogo con el Gobierno”, y valoró decisiones previas como la eliminación de retenciones a economías regionales y la apertura de mercados. Por el otro, admitió que esta iniciativa parece obedecer también a la necesidad del Ejecutivo de obtener reservas en un contexto económico adverso.
Con tono mesurado pero firme, el presidente de CRA concluyó que el potencial del campo argentino se liberará verdaderamente cuando se eliminen las distorsiones y se trabaje sobre aspectos estructurales, mencionando especialmente la infraestructura como uno de los grandes desafíos pendientes. En definitiva, una política agroindustrial sólida y de largo plazo será indispensable para que medidas como esta dejen de ser excepcionales y se conviertan en normativas que apunten a la previsibilidad, la inversión y un desarrollo federal sostenido.