Desde la localidad de Chivilcoy, Cátedra Avícola & Agropecuaria continúa su recorrido por el universo Ovoprot. En este bloque, Juan Antonio Perea, actual director de la compañía, comparte una valiosa reflexión sobre los orígenes de la empresa y el legado familiar que marcó un antes y un después en la avicultura nacional.
Con orgullo, Perea recuerda que en 2024 se cumplen 75 años del ingreso del primer lote de híbridos avícolas a la Argentina, una iniciativa que comenzó como un hobby de su abuelo, un apasionado por los animales. La visión de su padre, sin embargo, fue determinante: apostó al desarrollo de una industria procesadora de huevo cuando el mercado argentino aún no conocía esta modalidad.
El impulso inicial fue dado con Albaida, luego con la creación de Ovoprot, y más adelante con la alianza con Ovoprot Internacional. La apuesta permitió transformar un mercado de excedentes sin salida clara en una poderosa plataforma exportadora, capaz de agregar valor a una proteína esencial. Como relató Perea, en aquellos años el kilo de huevo valía 70 centavos; hoy, esa cifra supera los 2.300 pesos.
Uno de los grandes logros de la industrialización fue dar previsibilidad y salida al productor avícola. Antes, una acumulación de stock podía llevar a la ruina a muchos pequeños productores. Gracias a la demanda de la industria, hoy el productor tiene certidumbre y puede planificar con otra lógica: sabe que si invierte en galpones, no quedará con el huevo en la granja sin destino.
Según el entrevistado, la transformación del sector también generó una mejora notable en el consumo interno de huevo, que pasó de niveles muy bajos a cifras similares a las de países desarrollados. Sin embargo, Perea es claro: “no hay mucho más lugar para crecer en el mercado interno”, y la única vía de crecimiento genuino será la exportación.
A pesar del potencial productivo, Argentina enfrenta desventajas competitivas respecto a países como Brasil. Perea mencionó con asombro que los camiones que exportan huevo de Brasil a Chile atraviesan el territorio argentino, mientras los productores locales no pueden acceder a esos mercados por cuestiones logísticas y macroeconómicas.
El testimonio de Juan Antonio Perea pone en evidencia cómo una familia pionera fue capaz de liderar un cambio estructural en la avicultura argentina. Hoy, la empresa continúa ese legado, adaptándose a los nuevos desafíos de un mundo que exige eficiencia, seguridad alimentaria y capacidad de exportación.