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    Crisis hídrica, falta de crédito y políticas erráticas: los desafíos de la industria agropecuaria argentina

    En una entrevista exclusiva, Hernán Zubeldía, flamante presidente de la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (CAFMA), expuso el complejo panorama que enfrenta el campo argentino. La severa crisis hídrica, la parálisis del crédito, la incertidumbre electoral y la apertura de importaciones de maquinaria usada son algunos de los factores que amenazan a esta industria estratégica. Zubeldía aboga por una visión de desarrollo sustentada en la articulación entre el agro y la industria.

    En plena primavera, la situación climática en vastas regiones del interior productivo argentino se ha vuelto crítica. “Ya llevamos creo que más del doble de la media anual [de lluvias] y todavía recién empieza la primavera”, relató Hernán Zubeldía, presidente de CAFMA. El panorama es aún más grave considerando la falta estructural de infraestructura hídrica. “Hay una carencia histórica de déficit de caminos y de canales y del dragado del Salado”, explicó, recalcando que el problema trasciende lo coyuntural y político, afectando profundamente la productividad agropecuaria. Según el dirigente, la única solución viable es diseñar y ejecutar a largo plazo un plan integral de manejo de agua en toda la región pampeana.

    Más allá de lo climático, se suma un contexto económico adverso. “Hoy tenemos tasas que están lejos de que el productor o el contratista se pueda capitalizar”, señaló Zubeldía, en clara referencia a las altísimas tasas de interés que impiden el acceso al crédito. En un sector fuertemente dependiente de la inversión en tecnologías de producción, la falta de financiamiento limita severamente el recambio de maquinaria y la incorporación de innovaciones. “Como nadie va a invertir al 80% [de tasa], la maquinaria queda totalmente estancada”, agregó.

    La parálisis se profundiza en los años electorales. Tal como señaló el dirigente, “la Argentina, en los períodos pre-electorales, es como que estamos esperando si después de las elecciones vamos a seguir teniendo el mismo país”. Esta incertidumbre estructural, que atraviesa a todos los sectores económicos, impacta aún más fuerte en el agro, una actividad que requiere previsibilidad para planificar inversiones a largo plazo. Sin líneas crediticias claras ni rumbo económico definido, productores y fabricantes optan por la cautela.

    Zubeldía también manifestó preocupación por la apertura de las importaciones de maquinaria agrícola usada, una medida que, aunque ayer tuvo impacto estadístico marginal, deja abierta “una puerta peligrosa”. Según advirtió, “ni siquiera tenés una base imponible sólida cuando vos importás una máquina usada”, lo que genera distorsiones en los precios del mercado interno y debilita a la industria nacional. En este sentido, destacó que “la agroindustria es el claro ejemplo que es campo-industria, que son las dos cosas juntas”, defendiendo una visión de sinergia entre los sectores agrícolas y manufactureros y llamando a políticas públicas que fortalezcan esta articulación.

    “En la Argentina tenemos casi 40 fábricas de cosechadoras. El país que es el granero del mundo, hoy está luchando por mantener una o dos. Es una locura”, aseveró Zubeldía al referirse al retroceso que vivió el sector en las últimas décadas. Citando ejemplos de modelos nacionales como la Basali 1200, que a comienzos de los 90 superaban en calidad y precio a muchas máquinas importadas, denunció que “hubo una política de Estado que hizo que las fábricas de cosechadoras desaparezcan”. Para el dirigente, el problema no fue de competitividad empresaria, sino una acumulación de decisiones erradas desde el plano macroeconómico y comercial.

    Finalmente, Zubeldía resaltó el compromiso del productor argentino con la tecnificación. “Cuando agarra un mango, lo gasta en fierro, en tecnología, en crecer”, dijo, al remarcar que el sector no rehúye de la inversión, sino que necesita condiciones para hacerlo. En un contexto donde la maquinaria queda obsoleta con rapidez por el avance tecnológico, es vital contar con políticas activas de crédito, protección industrial y planificación de infraestructura. La agroindustria argentina, en palabras de su representante, está dispuesta a crecer, pero necesita un país que la acompañe.

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