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    Bioseguridad: un desafío todavía pendiente

    Aunque la bioseguridad se repite como un mantra en la industria avícola, aún persisten fallas estructurales graves que amenazan la sanidad del sector. En una charla sin filtros, el Dr. Mario Jáuregui Lorda advierte sobre la urgencia de asumir compromisos reales y denuncia la falta de voluntad para cambiar la cultura productiva en las granjas.

    La bioseguridad parece ser una de las palabras más repetidas en los foros y encuentros del sector avícola argentino, pero como bien señala el Dr. Mario Jáuregui Lorda, renombrado profesional del ámbito agropecuario, la realidad en las granjas parece no reflejar la teoría. “Se habla mucho de bioseguridad, pero hasta que no todos los actores de la avicultura entiendan que sin ella no podemos hablar de inocuidad alimentaria, vamos a estar siempre en la mitad del vaso”, expresó a Cátedra Avícola & Agropecuaria.

    Uno de los puntos que más preocupa al especialista es el bajo cumplimiento de normas básicas que deberían ser estándar en cualquier establecimiento avícola moderno. “Todavía vamos a granjas donde la gente no se cambia de ropa para trabajar”, denunció Jáuregui Lorda. Según él, prácticas como llegar con ropa desde la casa o no contar con instalaciones adecuadas para el cambio y la higiene son fuentes evidentes de contaminación. “Algunos empleados se cambian en la casa y vienen con la ropa del día. Eso no da”, enfatizó.

    Cuando se refiere a la zonificación y al contexto actual, Mario advierte sobre brotes de laringotraqueítis infecciosa en Crespo, Entre Ríos, como un “test de bioseguridad total”. Para el experto, esta situación debería ser una señal de alarma para la industria: “La enfermedad se ha difundido por todas las granjas de la zona y ninguna modificó su protocolo de bioseguridad. La reacción es nula”, acusó con visible preocupación.

    Es que, más allá del tamaño de la granja o su nivel de automatización, el problema es sistémico. “El capital que se juega hoy en una granja de un millón de ponedoras con tecnología automática es igual o superior al de una reproductora. ¿Por qué las medidas de bioseguridad deberían aplicarse solo en las reproductoras y no en todas las unidades productivas?”, se preguntó retóricamente. Para Jáuregui Lorda, la respuesta es clara pero incómoda: falta convicción empresarial y voluntad política.

    Por su parte, Sebastián Noguera, habló sobre la idea de ofrecer auditorías privadas de bioseguridad a través del Grupo Pluma, con profesionales como el propio Jáuregui Lorda. Sin embargo, mencionó que la propuesta fue finalmente descartada por temor al rechazo de los productores: “Nadie quiere que le miren debajo de la alfombra”, lamentó Noguera. El especialista añadió: “Hay que ayudar granja por granja. Concientizar. Si no se extreman al máximo las medidas hoy, el riesgo se multiplica para todos”.

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