La provincia de Santa Fe tiene la primera ley de combustible diferencial, a partir de la cual progresivamente más actividades deberán utilizar biocombustibles: biodiesel, bioetanol y biogás. Es el primer caso en el que una provincia define una regulación más ambiciosa que la nacional en el tipo de energía a utilizar. Por unanimidad la Legislatura de Santa Fe aprobó lo que viene siendo una política pública provincial innovadora y disruptiva, a partir de hoy el Ejecutivo deberá ampliar lo que ya rige para el transporte público desde hace más de un año a las demás actividades.
A propósito de este tema charlamos con Verónica Geese, Ex Secretaria de Energía de Santa Fe, quien declaró que : “Es una ley pionera, esperamos que las otras provincias puedan imitar esta. No solamente para la utilización para la producción de bioetanol y biodiesel sino también para el biogás”.
Geese comenta sobre los inicios del proyecto: “Empezamos hace unos dos años con la utilización de biodiesel puro en los buses en la ciudad de Rosario y probamos que técnicamente es posible utilizar mayores cortes y los biocombustibles puros”.
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Salió la Ley Santa Fe Bio.
En la ley se le da al Poder Ejecutivo la misión de que en la provincia se utilicen masivamente biocombustibles, líquidos y gaseosos, puros o en mayores mezclas. A través de un Programa Provincial de Biocombustibles, que debe ser reglamentado en 90 días, se deben generar los incentivos, los mandatos y las herramientas para lograr ese objetivo, por ejemplo en la actividad agropecuaria, el transporte de cargas, en empresas de logística, de obras y servicios públicos, y en la flota de vehículos provinciales.
Después de la exitosa experiencia del BioBus de la gestión del gobernador Miguel Lifschitz, debemos seguir avanzando, discutiendo y moldeando el futuro, así podremos generar más empleos verdes, agregar valor y disminuir la huella de carbono.
Para verlo en un ejemplo claro, el campo argentino, desde la ganadería hasta los arándanos, usa unos 3.800 millones de litros de gasoil por campaña, eso es el 22% de todo lo que se usa en el país y representa el 3% de las emisiones de CO2 equivalente en el inventario de Gases Efecto Invernadero Nacional. Todo ese gasoil podría reemplazarse hoy por biodiesel puro, B100, y, como el biodiesel argentino emite un 70% de CO2 y un 50% del material particulado que respiramos respecto al gasoil, al reemplazarlo estaríamos disminuyendo instantáneamente las emisiones del país, mejorando la salud de la gente, pero también, y muy importante hoy, bajando la huella de carbono de lo que producimos.
Hoy el mundo nos pide asegurar la menor huella ambiental de los productos. Por eso, usando biocombustibles en lugar de combustibles fósiles también estaremos cuidando nuestras exportaciones. Además, una sociedad más sostenible necesita hacer más con lo mismo, y las biorrefinerías y biofábricas son la célula madre de bioproductos, tradicionales como el alcohol en gel, pero también de bioplásticos, bioinsumos, y muchos otros que tenemos toda la potencialidad de producir aprovechando mejor nuestros productos primarios.
Por eso esta ley quiere diversificar la matriz energética agregando un altísimo componente local en la generación de energía renovable, potenciando la bioeconomía argentina.
En momentos muy agrietados y amargos de Argentina, ser parte de un consenso tan grande, es una caricia a la democracia, y estoy enormemente agradecida de sentirla.