En el corazón de Junín, provincia de Buenos Aires, se encuentra Molinos Tassara, una empresa que combina historia, tradición e innovación. Fundada en 1896 por inmigrantes genoveses, la compañía comenzó como un pequeño molino movido a vapor y hoy, 129 años después, forma parte del Grupo Lartirigoyen, consolidándose como una de las principales referencias del sector harinero argentino.
En diálogo con Cátedra Avícola y Agropecuaria, Juan Carlos Tassara, nieto del fundador y actual referente de la empresa, repasó la historia de la compañía y el papel que juega hoy en día. “Mi abuelo y su hermano empezaron con un molino muy primitivo que producía apenas 200 bolsas diarias. Con el tiempo, la empresa creció aprovechando la ubicación estratégica entre dos líneas de ferrocarril que permitían abastecerse de trigo y distribuir harina hacia Buenos Aires y Mendoza”, recordó.
El molino fue evolucionando a lo largo de generaciones y hoy produce harinas diferenciadas por su calidad superior, que abastecen al mercado interno y también se exportan a países como Brasil y Bolivia. “Yo siempre digo que no vendemos harina, sino soluciones para nuestros clientes. Nuestro objetivo es ofrecer productos y servicios de primera calidad que respondan a las necesidades de los panaderos e industriales”, destacó Tassara.
Otro de los puntos fuertes de Molinos Tassara es su compromiso social y nutricional. Las harinas elaboradas se enriquecen con vitaminas y minerales esenciales, como el ácido fólico, clave para la prevención de deficiencias nutricionales en la población. “Se trata de un producto noble que, además de ser natural, incorpora nutrientes fundamentales para mejorar la dieta de quienes más lo necesitan”, subrayó.
Con casi 130 años de trayectoria, la empresa sigue fiel a sus raíces familiares y al legado de quienes la fundaron, pero con la mirada puesta en el futuro. Innovación, calidad y compromiso social son hoy los pilares de Molinos Tassara.