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    Para frenar la curva, destrozaron la economía

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    Para frenar la curva, destrozaron la economía

    El exministro de Hacienda Alfonso Prat-Gay sostiene que la cuarentena decretada para hacer frente a la pandemia del coronavirus “destrozó la economía” del país. Además, reflexionó sobre la negociación de la deuda y lanzó: “Si no lo resuelven es porque no lo querían resolver. Si vamos a un default, es un fracaso del que no supo negociar”.

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    El exfuncionario resalta que “la cuarentena cumplió su propósito en términos de que nunca vimos la curva” de contagiados, porque en la Argentina “no está sucediendo lo que sucedió en todos los otros países donde la cosa se aceleraba”.Sin embargo, afirma que “para frenar esa curva, hemos destrozado la economía”.

    ¿Qué piensa de esta cuarentena?

    Creo que cumplió su propósito. Nunca vimos la curva. Si vos mirás los casos de contagiados, creo que estamos todos los días entre 100 y 140, y no sucedió lo mismo que en otros países, que la cosa se aceleraba. Ahora, para frenar esa curva, hemos destrozado la economía.

    ¿Hacía falta “destrozar la economía” para frenar esa curva?

    Yo no tengo la información que seguramente tenía el Presidente, pero evidentemente no ha sido la Argentina el único país que tomó estas decisiones, hay algunos ejemplos, como el de Suecia. Hoy leí algo muy interesante: el científico que convenció a Boris Johnson en Inglaterra para finalmente entrar en cuarentena, había pronosticado 500.000 muertes en el Reino Unido, y pronosticó también 40.000 muertes en Suecia, si no hacían nada. Y Suecia es el ejemplo en Europa de los que no hicieron nada.

    No hicieron cuarentena y no tuvieron 40.000 muertes, tuvieron 2.500, que es un montón. Pero, ¿qué quiero decir con esto? Que es una crisis de la ignorancia. No sabemos bien cómo se contagia y cómo circula [el virus].

    No se sabe bien por qué en algunos países se expande más que en otros, no está tan claro que sea el clima, ni tampoco están claras algunas cosas que se dan por ciertas. Creo que estamos a tientas y lo que advierto es que no solo hay que escuchar a los infectólogos, sino también a los otros referentes científicos, académicos y con conocimiento de las otras áreas de seguridad que están sufriendo las consecuencias de esta crisis.

    El golpe fuerte no es el virus, por lo menos el golpe a la economía no es del virus, no es como una guerra que destruye valor. Lo que está destrozando la economía son las reacciones de los gobiernos para que el virus no contagie a sus ciudadanos.

    ¿La reacción voluntaria y sincronizada por parte de los gobiernos es la principal diferencia respecto de otras situaciones económicas tan fuertes?

    No es tan sincronizadas, todos van haciendo lo que pueden. El punto al que nadie quiere ir es al de Italia y España. Aunque no sé qué significa no ir al punto de Italia y España, porque nosotros tuvimos la suerte de ver eso antes de que llegara y tuvimos que protegernos más. Pero hay una cuenta sencilla para hacer: un año tiene 52 semanas y si imaginaras que la producción se va dando a lo largo del año linealmente, entonces más o menos, en una semana, tenés el 2% de la producción anual.

    Y analizando los distintos sectores, nosotros llegamos a la conclusión de que cada semana de cuarentena se pierde la mitad de lo que normalmente se hubiera producido. Es decir, cada semana, que estás encerrado sin poder producir, hay un punto del PBI anual que se pierde, o sea, que nosotros ya vamos casi ocho puntos.

    ¿Y eso no se recupera?

    Alguna parte se puede recuperar, es mucho más difícil en servicios que en bienes y esto lo ves, desde afuera, donde se empezaron a ver los indicadores de marzo y abril en Estados Unidos, Japón y Europa; allí se ve que la industria de servicios está sufriendo mucho más.

    La parte de servicios no vuelve y la parte de bienes no sabemos cómo va a quedar el día después y cómo va a quedar el sentimiento, es decir, si una vez que abran las puertas el consumidor va a salir a consumir desesperadamente o, lo que es más probable, que haya cautela. Desde el lado de la inversión es mucho más probable que haya cautela.

    Lo más razonable para pensar es que lo que se perdió de la producción en este año no se va a recuperar. Seguramente el año que viene se recupere una parte, pero seguro este año no. Cuando el Ministerio de Economía dice 6,5% [de caída del PBI para 2020], yo creo que ese número va a estar entre 8% y 9%, y eso nos pone en un nivel de caída comparable entre la hiperinflación del 89 y la crisis de la salida de la convertibilidad de 2002.

    ¿Por qué nos cuesta tanto avanzar en la historia y volvemos al capítulo del cual partimos?

    Porque no tenemos instituciones fuertes, no somos creíbles, las promesas que fue haciendo el gobierno argentino a lo largo del tiempo no las cumplió. El peso no es una referencia. Mal que nos duela, es una moneda que usamos para las transacciones, pero no para ahorrar. Y eso es una mancha que cuesta remontar.

    La credibilidad cuesta mucho recuperarla, se pierde rápido, pero cuesta recuperarla. Y vemos hoy lo que está haciendo el Gobierno, de reforzar controles que nunca funcionaron. Hace unos días anunciaron medidas para frenar la cotización de los dólares financieros, que son legales –dejemos a un lado el blue, porque no está declarado– y no queda muy claro qué quiere hacer el Gobierno, si restringir la demanda, la oferta, si quiere forzar a que vayan al cambio oficial.

    Lo que sí sabemos es que en la historia argentina, cada vez que la brecha fue más del 30% o 40%, tarde o temprano generó una devaluación. Yo creo que el Gobierno en esa, y en muchas otras cosas, la está corriendo de atrás. Creo que sería mucho más conveniente desdoblar el mercado de cambio y tener un tipo de cambio financiero, porque eso permitiría que el que quiere traer el dinero para invertir lo traiga al dólar financiero y no tenga que hacer todos estos movimientos.

    Es decir, que haya previsibilidad…

    Con previsibilidad, aparecería una oferta que hoy no está y sería más fácil proyectar, incluso con las dificultades que tenemos en el medio del virus. Pero claramente, la filosofía del Gobierno es otra, y evidentemente no está funcionando.

    Existe la posibilidad que el Gobierno argentino entre en default. Si esto efectivamente fuera así, ¿hay algún tipo de responsabilidad en esto que le puede ocurrir a la Argentina con lo que hizo el Gobierno de Mauricio Macri?

    Yo creo que el propio gobierno actual reconoce que el monto de la deuda no es un problema. Aunque una cosa es lo que dice para la tribuna y otra cosa es lo que dice cuando presenta los papeles y presenta una oferta.

    Si la deuda fuera tan alta como dice el Gobierno en la tribuna, hubieran venido con una quita de capital. Lo que dicen ellos es que necesitamos más plazos y una tasa de interés más baja. Pongamos sobre la mesa lo que se está discutiendo, los US$65.000 millones de deuda, emitida en parte durante el gobierno de Macri y en parte durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, representa alrededor del 15 puntos del PBI.

    Los países más ricos del mundo tienen deudas del 120% del PBI. O sea, ningún país del mundo se estrella por 15 puntos del PBI de deuda, el problema que tenemos acá es otro: es la falta de credibilidad. No hay acceso al mercado y, por lo tanto, es una cuestión más de liquidez que de solvencia.

    Hay una cuestión que dicen los acreedores, que habitualmente se hace y usted conoce mucho de negociaciones y reestructuraciones previas, que es hablar antes con los bonistas, sondear, proponer. Y que, en este caso, se amanecieron con una propuesta casi de la academia. ¿Es así? ¿Se sondea antes de proponer, o no?

    No conozco los detalles de esta negociación, por más que se hayan revelado algunos, no los conozco.

    Yo puedo contar los detalles de la negociación que me tocó a mí, cuando en 2016 tuvimos que hacernos cargo del default de Kirchner, que había dicho que lo había resuelto. Lo que hicimos fue no poner una oferta final sobre la mesa hasta que no estuviéramos convencidos de que habíamos efectivamente cerrado la negociación y, cuando pusimos la oferta, después vinieron todos a firmar.

    Si nosotros miramos para atrás y hacemos un poco de retrospectiva histórica, tuvimos que ir a negociar no con acreedores que tenía un título público al día, sino con litigantes que tenían una sentencia firme con la corte de Nueva York.

    Ahí muchos confunden lo que es un fondo institucional con lo que es un fondo buitre, que son razas distintas: uno va por la carroña y los otros son más institucionales…

    Sí, y obviamente es mucho más difícil ponerse de acuerdo con la carroña. Lo que hicimos fue negociar en sede judicial y bajar la cuenta de intereses, a pesar de que había un fallo de sentencia firme. Porque hasta la corte de Estados Unidos había decidido tácitamente acompañar el fallo inicial.

    El resultado fue el monto original de capital más los intereses acumulados, pero a una tasa de interés equivalente a la de un bono de Estados Unidos, durante un período de 14 años. Durante esos años hubo un gobierno que se reía del juez y que lo criticaba; o sea, la Argentina era el paria en esa negociación. Cuando llegamos nosotros y resolvemos esa situación, el resultado final es que por cada 100 de litigio, se llevaron 100 más la tasa de interés de EE.UU.

    ¿Cómo relaciona esta situación con el presente?

    Planteo esto porque me parece que un default es muy malo para la Argentina, pero sería mucho peor para los acreedores. A lo mejor que pueden aspirar, si sirve nuestra jurisprudencia, donde defendimos los intereses de la Argentina, es que el día de mañana les paguen 100 más la tasa de interés de Estados Unidos, que hoy es cero. Y Martín Guzmán hoy les está ofreciendo 100 más una tasa de interés que va creciendo y que en promedio está arriba del 3%. Entonces es mucho más atractiva la oferta de Guzmán que la posibilidad de tener que litigar durante años.

    Yo creo que en este momento está en el mejor interés de las dos partes llegar a un acuerdo. Pero, desde el punto de vista político, tengo que hacer esta reflexión: Guzmán, durante cuatro meses, dejó pasar la posibilidad de hacer una oferta, tenía todos los instrumentos legales, porque la oposición apoyó al Gobierno desde el primer momento; tienen todo el apoyo de gobernadores y distintos actores económicos; entonces, si no lo resuelven es porque no lo quieren resolver.

    Si vamos a un default es un fracaso del que no supo negociar, que además durante todo este tiempo se gastó US$ 4000 millones pagando de buena fe, para después no cerrar.

    Según las últimas elecciones, el país sigue dividido entre un 40% y 47% de votantes. Luego del paso de Cambiemos por el gobierno, ¿por qué se terminó volviendo a ver la foto de Cristina Kirchner a la quinta de Olivos, en este caso junto a Alberto Fernández?

    Va a pasar un tiempo hasta que tengamos un buen análisis. Lo que le pasó a Cambiemos fue que no pudo torcer una dirección que era de caída libre. Lo que recibió Cambiemos era una situación muy comprometida, no solo con la deuda, sino en muchos aspectos, como la cuestión social, y funcionó durante los primeros dos años.

    Si vos mirás las distintas variables, la más importante, que en su momento planteó Macri como el termómetro por el cual quería ser juzgado, es la pobreza. La pobreza empezó a bajar inmediatamente, te diría casi que al segundo trimestre que asumimos nosotros y bajó varios puntos hacia fin de 2017. Después creo que hubo desequilibrios macroeconómicos que el gobierno desatendió y que fueron creciendo y se hicieron más grandes.

    Luego vino una sucesión de errores, pero creo que el peor fue acudir de manera desesperada al Fondo Monetario Internacional. Hoy nadie discute que eso fue un error. La inercia con lo que venía no era para montarse a algo que ya está funcionando, por ejemplo como le pasó a Kirchner en 2003. Esto era un avión que ya venía en picada y durante un tiempo se lo pudo acomodar, pero la inercia era demasiado grande como para que terminara de despegar.

    Sorprendentemente, en medio de esta gran emisión, se anticipa que va a haber una desaceleración marcada. ¿Cómo se entiende eso? ¿Hay posibilidad de una híper y en qué plazo podríamos tener más peligro?

    Estas cosas no son automáticas, no es que hoy se emite un peso y ya mañana genera inflación. Además, cuando estamos en un momento tan particular como este, es muy difícil estimar algo. Y lo más difícil de estimar es la demanda de dinero. Es muy probable que lo que esté prevaleciendo en este momento del tira y afloje de los precios sea la fuerte caída en la actividad económica, los inmensos niveles de la capacidad ociosa.

    La UIA tiene un dato que es espeluznante y es que las industrias de la entidad están hoy empleando solo el 20% de su capacidad. O sea, el 80% de las máquinas sobran; pero también la demanda ha caído muy fuerte en cualquier sector que mires, no solamente en los que no pueden producir ni vender, sino en todos los sectores, por una cuestión de precaución. No es sorprendente que la primera reacción sea una desaceleración en la inflación. Lo que me parece más razonable plantear es qué se va a pasar con todos esos pesos que se han emitido inevitablemente una vez que volvamos a la normalidad.

    Pesos que están en cuarentena, como el consumo…

    Ahí es donde creo que al Gobierno le falta la segunda pata. Creo que ellos están enamorados de vivir en el día a día y en la emergencia, quizás por algunas razones que les conviene, pero en economía si vos no te planteás un horizonte temporal, la cosa no marcha.

    Hay muchos países que dicen yo atravieso la emergencia de esta manera, pero te voy planteando las balizas hacia adelante de cómo va a hacer el levantamiento de la cuarentena, todo lo que vamos a tener que volver a reordenar como consecuencia de esta cosa tan brutal y primitiva que le aplicamos a la economía y que de a poco vamos a tener que ir recuperando. Sin esa sensación de horizonte temporal, es difícil pensar que podemos recuperar esos puntos perdidos.

    Además, esta es una economía que ya venía mal. El año pasado teníamos el mismo ingreso promedio que en 2008. Pasaron 11 años y estamos en el mismo lugar, y encima nos viene este episodio en el que se le mete esta presión tan fuerte a la economía y no tenemos mucha resistencia, sobre todo para una sociedad con un nivel de pobreza de más del 35% y con las dificultades que hay en el Conurbano y con los niveles de informalidad que hay. Para muchos argentinos es un lujo quedarse en sus casas.

    No se le puede pedir que se quede en su casa al trabajador que vive en la diaria y que si no sale a trabajar no tiene para comer. Esto es lo que está faltando en la visión del Gobierno y le están faltando, entre otras cosas, porque no se deja ayudar ni siquiera por los miembros del Gabinete, porque escucha solo una visión, que es la de los infectólogos. Pero tampoco se deja ayudar por otros argentinos bien intencionados, entre ellos la oposición, que hasta ahora no ha demostrado más que vocación de acompañar y ayudar en este momento tan difícil.

    Cátedra Avícola & Agropecuaria