El huevo siempre fue un producto muy económico para los beneficios que tiene como alimento proteico. En este sentido, el médico veterinario Yari Lucerna, especialista en avicultura e integrante de CAPIA, dijo que “se está cubriendo perfectamente la demanda actual, teniendo en cuenta que somos el 3er país consumidor de huevos a nivel mundial. Esto quiere decir que el consumidor entendió lo bueno que es el huevo como alimento”.
Lucerna lleva adelante una granja de gallinas libre de jaula, en donde la producción se diferencia de la tradicional por el contacto que tienen los animales con el humano y la posibilidad que tienen de salir del galpón. En esta línea indicó que “la diferencia entre la producción intensiva y la extensiva es el comportamiento natural del animal”. Si bien el productor explicó que es habitual verlas hacer lo que ellas quieren, como darse baños de arena o correr por afuera de los galpones, reconoció que todo eso implica un mayor gasto productivo. “Justamente estamos llevando adelante un estudio junto al INTI respecto de la huella de carbono y de agua, en donde Granja El Caserito (con sede en San Justo, Santa Fe) tiene la menor emisión de carbono y de agua dentro de lo que es la producción avícola”, señaló. Por su parte, el especialista contó que la convivencia que se genera entre el granjero y las gallinas es más amena, “las gallinas se acostumbran a tener contacto con los humanos, cosa que no sucede en la producción industrial”.
“En general, no hay diferencias significativas entre un huevo industrial y uno producido en granja libre de jaula, pero sí está demostrado que hay una mejor formación del huevo. Está demostrado que la gallina que produce libre de jaula que, al hacer ejercicio, tomar sol y absorver vitamina D natural, va a tener una característica diferencial que quizás no sea percibida por el consumidor. La diferencia está en cómo se produce el huevo, con prácticas amigables con el medio ambiente y con el bienestar animal. Esta forma de producir es más cara que la industrial, ya que hay un granjero cada 7.000 gallinas, mientras que en un sistema automático hay una persona cada un millón de aves y hasta se puede manejar por celular. En este caso se necesita la presencia de un humano que esté capacitado especialmente en bienestar animal”, detalló.
En épocas de Influenza Aviar el productor señaló que es muy importante que este tipo de producciones no tengan contacto con aves silvestres. “Las gallinas que tenemos en El Caserito tienen todas las mismas condiciones, pero ahora no pueden salir al exterior. Sin embargo el sistema sigue siendo libre de jaula, porque gozan con las mismas libertades que tienen cuando salían al exterior”, concluyó.