En la década del ‘80 los argentinos consumían 6 kilos y medio de carne porcina per cápita (de los cuales la mayoría eran chacinados de buena calidad) y medio kilo de carne fresca. “Hoy estamos en 21 kilos: 18 kilos y medio de carne fresca con una merma del consumo de chacinados (que ronda entre los 2 y los 3 kilos) debido a que la producción de fiambre es de baja calidad. Creo que en los próximos dos años hay una gran posibilidad de crecimiento del sector porcino debido a la sequía, ya que es inevitable que falte oferta de vaca”, explicó Juan Luis Uccelli, especialista y consultor porcino, con más de 40 años en el sector.
Según datos del especialista, en Argentina se consumen entre 110 y 115 kilos de carne (de todo tipo), una de las cifras más altas del mundo, y la tendencia indica que, pese a la caída de la proteína bovina, otras carnes complementarias (como el pollo y el cerdo) van a ocupar ese lugar. “El cerdo tiene mucho potencial para crecer: calculo que en los próximos 10 años la carne porcina alcanzaría mínimo los 10 kilos por persona al año”, afirmó el ingeniero.
Frente a estas problemáticas, Uccelli afirmó que “el Gobierno tendría que haber tomado una medida de protección, especialmente para los pequeños productores, que viven en el campo y que se les acaba el negocio. Parecería que los políticos están desconectados de la realidad: el Gobierno llega tarde o no llega”.
Por último, y con respecto al mercado internacional, Ucceli remarcó que nuestro país sigue importando carne fresca, como la bondiola congelada, “engañando” a los consumidores argentinos. “Esto se genera por el tipo de cambio: estamos hablando de $300 el dólar soja y ése es el valor que tendríamos que tener del dólar real. La Argentina está atravesando una situación muy complicada a nivel económico, donde los consumidores tienen cada vez menos poder adquisitivo y eso se nota en la efervescencia que vemos en todos lados y en la bronca de la gente. Yo creo que este año va a ser muy difícil”, concluyó.