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    España: El huevo, protagonista de un sector resiliente que factura 788 millones

    El sector del huevo español celebra el Día Mundial mostrando la capacidad de resiliencia ante adversidades como la covid-19 en una cadena cuyos eslabones se afanan cada día con vocación por sacar al mercado un producto básico de la compra, pocas veces valorado, que factura 788 millones de euros al año.

    Es una cadena compuesta por más de 1.300 granjas, 46 millones de gallinas ponedoras y 933 industrias de clasificación y procesado tras las cuales hay muchas historias de emprendimiento o de trabajo afanado en áreas como la sanidad animal y la calidad alimentaria de las que Efeagro ha recogido testimonios en este contexto de celebración.

    En Palas de Rey (Lugo), Rodrigo García, con 37 años, lleva la dirección comercial y el marketing de Granja Campomayor que nació hace 71 años o, lo que es lo mismo, cuatro generaciones que no han querido abandonar en ningún momento el negocio que con unas 300 gallinas ponedoras montó su bisabuelo.

    Hoy, esta compañía familiar gestiona cerca de un millón de ponedoras, el 2,5 % del parque nacional, con negocio tanto en el huevo convencional como en el campero y ecológico, mantiene 75 empleos y tienen cerrado todo el ciclo productor, con fábrica de huevo pasteurizado incluido.

    Este 9 de octubre han aprovechado además para abrir una nueva página web con la intención de seguir acercando la empresa a cualquier persona interesada en conocerla.

    En el contexto del Día Mundial, García saca la reflexión de que la sociedad “no es consciente del trabajo que hay detrás de una docena de huevos”.

    “El huevo tendría que tener mucho más valor” porque “si faltasen, nos daríamos realmente cuenta de lo necesario” que es este producto “en multitud de recetas y en la industria alimentaria”.

    Es una compañía que apuesta por las innovaciones y, entre ellas, cuentan con el huevo cocinado a baja temperatura en cáscara que ha llamado la atención de la alta cocina y les ha valido diversos reconocimientos.

    Serezade Sigut está a punto de cumplir 27 años y ya lleva tres dedicada al cuidado del sector avícola de puesta porque es veterinaria en Tenerife donde compagina su labor en la Asociación de Defensa Sanitaria (ADS) de la zona con su puesto en Ibertec.

    En declaraciones a Efeagro, asegura que desde pequeña, cuando veía a su bisabuela cuidar a las gallinas, tenía claro que quería ser veterinaria.

    Su día a día lo pasa en granjas supervisando que los animales no presenten patologías o que las instalaciones cuentan con las condiciones necesarias para un correcto desenvolvimiento de la gallina y ahí entra estar pendiente de que se dispensa adecuadamente el alimento o de que las condiciones de luz son las idóneas.

    También hace controles de salmonella u otras zoonosis para lo cual se toman periódicamente muestras de las heces en la granja que son analizadas.

    Serezade asegura que se trata de un sector ganadero “muy tecnificado y preparado” en el que se incide “mucho” en la bioseguridad.

    José Manuel Merino es el responsable de Calidad de la empresa avícola toledana Huevos Camar que tiene dos millones de gallinas, lo que le sitúa entre las tres principales del país.

    La tecnificación es básica, con dos zonas de producción en la provincia en las que se puede palpar cómo esa tecnología está al servicio de la calidad y seguridad alimentaria.

    Así, ambas granjas cuentan con sendos centros de clasificación anexos de tal forma que el huevo pasa por ese proceso inmediatamente tras la puesta gracias a una red de cintas transportadoras que es muy habitual en España pero no tanto en el extranjero.

    Merino se encarga de supervisar que todo funciona a la perfección y es que en ese centro hay varias fases para asegurar que el huevo que llega al súper esté en las condiciones óptimas.

    Hay una primera fase de “premiraje” en la que los trabajadores inspeccionan visualmente los huevos para descartar los que están sucios o rotos a simple vista; posteriormente pasan por un sistema de luces ultravioleta y cámaras de televisión que detecta también huevos sucios y finalmente, antes de pasar a su peso y tallaje en báscula, un martillito los golpea ligeramente para desechar otros que estén fisurados.

    El marcado del huevo con el código de la explotación y la fecha de caducidad preferente son la fase final antes de su embalaje y envío y eso se hace con cada uno de los 1,4 millones de huevos que procesan a diario.

    En el funcionamiento de la cadena es esencial la labor que desarrolla también la interprofesional (Inprovo) que reúne a productores e industria porque “mira por el bien común”, según su director, Enrique Díaz.

    Pone el acento en la importancia de la extensión de norma que permite financiar y desarrollar actividades como campañas de promoción que redunden en beneficio de todo el sector.

    También Díaz destaca la fortaleza de este sector, generalmente formado por pymes familiares, y reconoce la labor “vocacional” de todos sus integrantes que le permite seguir mirando al futuro.