El reciente quinto informe de la Red Nacional de Monitoreo de la chicharrita del maíz (Dalbulus maidis) trae buenas noticias para el sector agrícola argentino. Según el ingeniero agrónomo Martín Galli, coordinador técnico de la AAPPCE, las poblaciones de este insecto han disminuido significativamente en todo el territorio nacional, lo que representa un alivio para los productores de maíz.
“Desde que pusimos en marcha esta red en la segunda quincena de julio, las poblaciones en las trampas amarillas vienen en baja”, señaló Galli. Con 461 localidades muestreadas, incluyendo 18 trampas en la República Oriental del Uruguay, el 82,4% de las trampas registraron cero chicharritas. Si se consideran las trampas con menos de cinco individuos, este porcentaje se eleva al 99%, lo que indica una presencia mínima del insecto.
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Las trampas amarillas pegajosas utilizadas en el monitoreo son fundamentales para detectar la presencia de chicharritas adultas. “La chicharrita se atrae por el color amarillo, pero una vez que encuentra maíz, que es su único alimento y lugar de oviposición, prefiere la planta a la trampa”, explicó Galli. Por ello, es alentador que los maíces sembrados actualmente no estén presentando infestaciones, confirmando los datos obtenidos en las trampas.
Un factor clave en la disminución de las poblaciones ha sido el impacto de las heladas, que han contribuido a eliminar tanto a las chicharritas como al maíz guacho, o voluntario. “Las heladas nos dieron una gran mano, bajaron las reservas de las chicharritas y mataron el maíz guacho, que es el puente verde de las enfermedades”, destacó el ingeniero. Esto ha permitido un “reseteo” en gran parte del país, reduciendo el riesgo de transmisión de enfermedades virales al cultivo de maíz.
Sin embargo, Galli enfatiza la necesidad de no bajar la guardia. El control del maíz guacho es esencial para prevenir el crecimiento de las poblaciones de chicharrita. “Si logramos que hasta diciembre no haya maíz voluntario, las poblaciones de chicharrita no van a crecer”, indicó. Esto es especialmente relevante en regiones donde la siembra de maíz se realiza más tarde, como en el norte del país.
Además, el monitoreo constante y el manejo integrado son fundamentales. “La chicharrita es una plaga muy desafiante, diferente a muchas otras a las que estamos acostumbrados”, advirtió Galli. Al ser un vector de enfermedades, su control requiere una estrategia que incluya el monitoreo permanente, el manejo del maíz voluntario y la aplicación responsable de insecticidas cuando sea necesario.
Finalmente, Galli se refirió a la reciente aparición de la chicharrita africana en el país. Aunque es una plaga cuarentenaria que requiere atención, el especialista llamó a no generar alarmismo. “Nuestra principal preocupación debe seguir siendo Dalbulus maidis”, afirmó. La red de monitoreo, que continuará activa por al menos tres años, permitirá seguir de cerca la situación y tomar decisiones informadas para proteger los cultivos.
En conclusión, los resultados del quinto informe son alentadores y ofrecen un respiro para los productores de maíz. No obstante, el compromiso con el monitoreo y el manejo integrado sigue siendo clave para mantener bajo control a la chicharrita y asegurar el éxito de la campaña. Como señaló Galli, “el productor tiene una herramienta muy valiosa para seguir disminuyendo población y que tengamos una campaña de maíz exitosa”.