Brecha Cambiaria, ¿fenómeno temporal o permanente?

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    Mientras más alta es la brecha cambiaria, los mercados relacionados directa o indirectamente con la divisa se ven afectados, la dinámica resulta inestable y esto repercute negativamente en el nivel de actividad. En 5 episodios de elevada brecha cambiaria registrados en nuestro país, la economía se contrajo 1.3% respecto a los años previos en promedio, con casos más serios como el de 1989, cuando esa merma fue de 7%.

    En los cinco episodios analizados, la duración media del fenómeno de elevada brecha cambiaria fue de 1 añ􀀀o con tres casos bastante largos (oct-48: 12 meses; ene-55: 50 meses; oct-74: 18 meses) y dos relativamente cortos (ago-51: 7 meses; mar-89: 5 meses).

    En 3 de los 5 episodios, la disminución de la brecha fue gatillada por el lanzamiento de un nuevo plan económico y por una importante devaluación inicial, tal como ocurrió en 1959; 1976 y 1989. La brecha no debe explicarse por el hecho que actualmente la economía tenga la característica de bimonetaria: abundan los ejemplos de países sin brecha pero con mercados de ahorro y crédito en el que conviven moneda local y extranjera. A la inversa, en nuestro país hubo episodios de elevada brecha cambiaria antes de la etapa en la que se adquirió el carácter bimonetario.

    Es condición necesaria para que exista una brecha un mercado con precio fijo, sin oferta a ese precio. A mediados de octubre la brecha cambiaria superó la barrera del 100%. Si bien antes que esto, la misma ya era elevada aún para los parámetros argentinos (el promedio histórico es del 23%), un nivel de tal magnitud solamente existió en 5 ocasiones en nuestro país: 3 veces entre 1948 y 1959, durante el último año y medio del gobierno de Isabel Perón y en los meses de la hiperinflación de 1989.

    La experiencia histórica ayuda a analizar, por un lado las causas y consecuencias económicas de una elevadisima brecha cambiaria y por otro lado, si la misma puede mantenerse o no en el tiempo y bajo que circunstancias podría reducirse en forma consistente.

    Causas y efectos de la brecha sobre el funcionamiento de la economía

    En todos los casos registrados, la brecha cambiaria obedece al exceso de pesos que tiene la economía y que se traduce en una mayor demanda de la divisa que el Banco Central no puede satisfacer al precio del dólar oficial.

    Por este motivo, segmenta los mercados con precios diferentes a través de los controles de capitales. El excedente de pesos durante los períodos con altas brechas cambiarias, en algunos casos, respondió a una aceleración de la emisión monetaria (1951/52, 1989), en otros a una caída en la demanda de dinero (fin de 1948/49, 1955/59, fines de 1974 – principios de 1976) y a una combinación de ambas (¿octubre 2020?).

    Los efectos de la brecha son múltiples y todos nocivos. En primer lugar, destruye el mecanismo estabilizador que se produce en cualquier mercado cuando aumenta la demanda de un determinado bien. Cuando esto sucede, sube su precio y esto, además de frenar la demanda, estimula a los oferentes a vender más unidades del bien. Los dos efectos moderan la dinámica del precio ante el aumento de la demanda. Este mecanismo natural en cualquier mercado se rompe totalmente con la brecha cambiaria.

    Como el precio del dólar oficial sube a un ritmo independiente al impulso de la demanda, no frena las decisiones de quienes pueden comprar al precio del dólar oficial (importadores) y por otro lado, no permite a gran parte de los oferentes de dólares (exportadores) vender al mayor precio que refleja el aumento de la demanda en el mercado paralelo. Estos desajustes cada vez generan más distorsiones y, tarde o temprano, terminan propiciando conductas elusivas que agravan la situación como la sobre-facturación de importaciones y la sub-facturación en las exportaciones.

    Por otro lado, mientras más alta es la brecha cambiaria, mayores son las expectativas de devaluación y, tarde o temprano, terminan trasladándose una parte a los precios de los productos importados. Este último efecto ya se notó en nuestro país aún con brechas inferiores al 100%. El aumento de la brecha cambiaria en los últimos meses generó una aceleración de la inflación de bienes importables que pasó del 2.5% en julio a 2.9% en agosto y al 5.8% en septiembre (este tipo de bienes tiene un peso cercano al 18% en la canasta del IPC).

    La experiencia histórica de los 5 episodios registrados en Argentina, también es contundente en este aspecto, ya que muestra que, durante estos períodos la inflación se multiplicó por 1.8 respecto de los períodos previos. De esta forma, mientras más alta es la brecha, todos los mercados relacionados directa o indirectamente con la divisa, funcionan cada vez peor y su dinámica resulta inestable.

    Por este motivo, la evolución de la actividad económica resulta muy mala durante los períodos con brecha cambiaria alta. Para el caso de los 5 episodios registrados en nuestro país, la economía cayó en promedio un 1.3% respecto a los años previos –con algunas caídas muy importantes entre 1951/52 (5%) y durante 1989 (7%)–.

    ¿Cuánto puede durar la brecha y cómo se reduce en forma consistente?

    Más allá de la inestabilidad intrínseca de estos procesos, la experiencia histórica de nuestro país nos muestra que este tipo de desequilibrios no se corrigen en forma automática y, ante la falta de acción del Gobierno, pueden durar bastante tiempo mientras no se implemente un nuevo plan económico acompañado generalmente por importantes saltos cambiarios.

    Concretamente, la duración media de los 5 episodios históricos fue de 1 año con tres casos bastante largos (oct- 48: 12 meses, ene-55: 50 meses, oct-74: 18 meses) y dos relativamente cortos (ago-51: 7 meses, mar-89: 5 meses) Respecto a la reducción de la brecha cambiaria, la misma cayó notablemente, y en forma más o menos duradera en el tiempo, en 3 de los 5 episodios.

    En estos 3 casos, la disminución de la brecha fue gatillada por el lanzamiento de un nuevo plan económico y por una importante devaluación del tipo de cambio (1959: plan de Alsogaray “hay que pasar el invierno” – Devaluación 280%; 1976: primer plan de Martínez de Hoz – Devaluación 88%; 1989: plan Bunge y Born – Devaluación 150%). En set-49, no hubo un plan específico, pero sí se registró una importante devaluación para eliminar la brecha en los meses sub-siguientes.

    No obstante, con el tiempo, la misma volvió a superar el 100% (fines de 1951). De esta forma, a principios de 1952, el gobierno de Perón tuvo que lanzar el primer plan de estabilización de nuestro país, que incluyó importantes medidas fiscales contractivas, pero como no incorporó ninguna devaluación significativa, la brecha cambiaria bajó solamente un escalón y se mantuvo en niveles muy elevados los meses subsiguientes (72%) al lanzamiento del plan.

    Conclusiones

    El primer aspecto que queremos destacar es que la brecha no debe explicarse porque la economía es bimonetaria, abundan los ejemplos de países sin brecha, con mercados de ahorro y crédito en moneda local y extranjera. Hemos observado brechas en nuestro país antes de ser tan bimonetarios.

    Si existiese un exceso de oferta de pesos y el Banco Central proveyera los dólares equivalentes, tampoco existiría una brecha. Es condición necesaria para que exista una brecha, un mercado con precio fijo, sin oferta a ese precio. Es equivalente a tener precios cuidados en una góndola vacía. El segundo aspecto a destacar es que la brecha puede durar, lo que implica una profundización de la recesión durante la brecha y un salto de la inflación post brecha.

    En las experiencias mencionadas, es el ajuste de tipo de cambio oficial el que reduce o elimina la brecha. Idealmente un sistema cambiario debe ser capaz de soportar cambios de portafolio sin que se altere la paridad cambiaria y shocks reales con modificaciones estabilizadoras de la paridad cambiaria, todo lo contrario a lo que genera un esquema cambiario con brecha. Lo que no podemos contestar es por qué estamos de nuevo tropezando en la misma piedra.

    Elaborado por Gustavo Reyes y Carlos Rivas, del IERAL – Fundación Mediterránea

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