El pasado 23 de julio marcó el probable cierre de una etapa crucial para la economía argentina: el ingreso de los dólares provenientes de la cosecha. Así lo expresó el ingeniero Cristian Desideri, referente del Foro de Reflexión, al advertir que “es la última bocanada de agrodólares que le va a proveer el campo”, en alusión a los 4.300 a 4.700 millones de dólares que el gobierno habría recibido hasta esa fecha. Con ese flujo menguando, la economía nacional entra en una etapa de tensión creciente, sobre todo por la dependencia estructural del agro.
Este escenario se complejiza aún más con la reconfiguración del vínculo entre los productores y el Ejecutivo. En una reunión sin precedentes desde la asunción de Milei, el presidente se reunió con la Mesa de Enlace buscando descomprimir tensiones. “Creo que abrió el paraguas, prudentemente”, sostuvo Desideri, ligado a la posibilidad de un recibimiento hostil durante la próxima Exposición Rural. “Siempre el campo es un termómetro; un abucheo o muchos ya marcan un cambio de clima”, alertó.
Desideri también enfocó su análisis en la creciente preocupación del agro por la rentabilidad, en especial ante políticas que, según su visión, golpean a los sectores productivos. “Empiezan cada vez a elevar la voz con los reclamos”, dijo, en referencia a comunicados como el emitido por la Sociedad Rural de Rosario. Las retenciones, la presión impositiva y la quita de recursos a organismos técnicos como el INTA y el INTI, forman parte de un combo que asfixia a la producción.
Uno de los temas más sensibles abordados por el ingeniero fue la pérdida de competitividad frente a productos importados, especialmente en la industria porcina. “Ahí se empieza a ver en el porcino una luz muy roja”, alertó, al tiempo que explicó que el atraso cambiario abre las puertas a importaciones de alimentos desde países lejanos. “Espárragos de Portugal o salsa de tomate que viene de Venezuela, para poner blanco sobre negro”, ejemplificó, remarcando la contradicción con el desperdicio de productos locales, como el caso de los tomates arrojados en San Juan por falta de rentabilidad.
En este entramado, el manejo del dólar vuelve a tomar protagonismo. Desideri consideró que “el atraso cambiario es muy evidente”, aunque aclaró que denunciar esta situación no equivale a militar una devaluación. “Se está mezclando todo a mi juicio, porque se está bajando la inflación”, apuntó. Sin embargo, recordó que en Argentina “hasta el más lerdo sabe que cuando varía el dólar es muy posible que haya un aumento de precios”, y subrayó que un tipo de cambio artificial se sostiene solo con alto costo político y económico.
Por último, Desideri trazó un paralelismo histórico que enciende luces ámbar. “La prioridad número uno es ganar las elecciones de octubre”, señaló, ligando esta estrategia a un ciclo similar al de Mauricio Macri en 2017. “Después, en el caso de que gane, la situación será otra, sin lugar a duda”, vaticinó. Para el titular del Foro de Reflexión, el modelo actual “no es un plan económico, es un plan de negocios”, carente de consistencia y sostenibilidad, lo que podría derivar —si no se realiza un giro copernicano— en un nuevo colapso financiero.