Es clave asegurar agua fresca de calidad y sombra. El productor también debe estar atento a la contaminación de la festuca con hongos y a los nitratos en sorgos y maíces.
Cantidad y calidad de agua y sombra. Son tres cosas básicas para prevenir golpes de calor en los animales durante veranos sofocantes. Punto dos: hay que saber que el riesgo de estrés no lo determina sólo la temperatura, la humedad también juega sus cartas. Tercero y último: ojo con las festucas, maíces y sorgos que se pastoreen porque pueden derivar en intoxicaciones que agraven el problema.
Los conceptos corresponden al médico veterinario Leandro Abdelhadi, consultor en nutrición para rodeos de carne y leche, convocado por Clarín Rural para repasar algunas claves de manejo en épocas en las que un descuido puede significar, en el peor de los casos mortandad, pero también mermas de producción severas que se van a notar el final del ciclo, sea con menores pesos o reducción en el porcentaje de preñeces.
“Una de las cosas importantes que debe saber el productor es que el estrés calórico se configura con dos variables: temperatura y humedad relativa ambiente (HR) es importante”, apuntó Abdelhadi. Y agregó: “Podés tener 32 grados sin tanta humedad y no hay riesgo de estrés, pero podés tener 26-28 grados y más de 40-50% de humedad y vas a estar en problemas”.
¿Cómo se detecta o diagnostica, a simple vista, si el animal está en situación de estrés calórico? Cuantificando la frecuencia respiratoria. Normalmente tienen 20 por minuto, cuando están estresados se multiplica por cinco, pueden aumentar hasta 100.
¿Qué hacer frente a una situación de estrés calórico? “Principalmente dos cosas: garantizar agua y sombra, no hay mucho más para hacer”, resumió Abdelhadi.
Clave agua
Para el médico veterinario, la temperatura del agua juega un rol importante. “En condiciones normales, un animal consume un 10% de su peso en agua por día, pero la temperatura puede implicar que duplique ese consumo”, indicó Abdelhadi. Entonces, con un agua a 15 grados, un animal de 400 kilos consume alrededor de 35 litros/día, pero si el agua está a 30 grados va a necesitar más de 60 litros.
En los tanques de agua, un tema importante es que sean profundos para que la temperatura del agua no sea tan alta en el verano.
“Por eso, yo siempre recomiendo trabajar mucho en los reservorios de agua, los tanques tienen que ser profundos porque siempre el primer metro de agua está más caliente que el resto, entonces, en un tanque de 1,40 metros de profundidad, tenés menos posibilidades de asegurar agua fresca, en cambio si lo hacés de 2,80 metros la cosa cambia”, se explayó Abdelhadi.
Consecuencias
El primer impacto que tiene en los animales el estrés calórico es que come menos. Se guarece en la sombra y trata de moverse poco. Entones, lo primero que se resiente es la producción, sea de leche o de kilos de carne. Pero además, “en el caso de las vacas, dejan de ovular, pierden condición corporal y encima remueven grasa generando un feedback negativo que también afecta la preñez posterior”, indicó Abdelhadi.
Festucas tóxicas
Sumado al estrés calórico por las condiciones ambientales, se pueden dar otras condiciones en estas épocas del año que pueden agravar los problemas.
En este sentido, Abdelhadi recomendó prestar atención a los consumos de pastizales naturales o praderas de festucas contaminadas con ergoalcaloide, un hongo que produce una toxina que contrae los vasos sanguíneos periféricos.
Abdelhadi cree que si los veranos siguen siendo tan intensos va a ser necesario llevar más al sur razas como Braford y Brangus, que toleran mejor el calor.
“Los animales, también los humanos, eliminan calor dilatando los vasos sanguíneos periféricos para que la sangre circule por la superficie del cuerpo y en contacto con el aire disipe el calor, lo contrario sucede cuando hace frío que se contraen para que la sangre circule por el centro del cuerpo y no se pierda el calor”, describió Abdelhadi. Y prosiguió: “Cuando el animal consume esta festuca contaminada que le genera una vasoconstricción los animales no pueden disparar su mecanismo para perder calor y se empiezan a desesperar, buscando sombra, agua, revolcarse en el barro, eso se llama síndrome de verano”.
Ojo con sorgo o maíz de pastoreo
Otra situación que puede agravar un estrés calórico está vinculada al consumo de verdeos de verano como pastorear sorgos o maíces. Hay dos situaciones que pueden darse: presencia de ácido cianhídrico o intoxicación por nitratos.
“En el caso del ácido cianhídrico, hay que saber que los sorgos, más que nada los graníferos, un poco menos los azucarados y casi nada los forrajeros, por debajo de los 40 centímetros tienen una toxina (glucósidos cianogenéticos) y una enzima (beta glucosidasa), que cuando es comida por el animal libera ácido cianhídrico el cual, al ingresar al rumen, si allí no hay azufre, bloquea la respiración celular y empieza a faltar oxigenación en los tejidos del animal”, explicó Abdelhadi.
Por eso, en dietas de este tipo es importante suministrarle azufre en forma de sales o en el agua, porque la combinación con azufre permite que se libere por orina sin problemas. El síntoma es un animal con la lengua afuera, babeando y jadeando.
Otro tipo de intoxicación es por presencia de nitratos y sucede cuando se decide mandar animales a pastorear maíces o sorgos sembrados para grano, que fueron fertilizados y finalmente no serán cosechados.
“Cuando se corta el agua el cultivo se queda sin crecimiento y ese nitrógeno que captó la planta no puede transformarlo y queda almacenado como nitrato, que está más concentrado en la parte baja de la planta, entonces, cuando entrás a esos lotes ves animales con un cuadro similar al de intoxicación con cianhídrico, pero respirando olor a podrido”, contó Abdelhadi.
El nitrato consumido llega al rumen rico en hidrógeno y se transforma en nitrito. La complicación es que ese nitrito, combinado con la hemoglobina, que es la molécula que facilita el transporte de oxígeno en el cuerpo, bloquea los receptores de oxígeno y el animal queda en una situación de falta de oxígeno. “Ante cualquier esfuerzo o arreo desenlaza en la muerte del animal por falta de oxigenación”, sentenció el veterinario.
“En el caso de intoxicación con nitrato se inyecta azul de metileno para permitir que la hemoglobina vuelva a su estado normal, en el caso del ácido cianhídrico hay que incorporar a la dieta 0,5% de azufre o bien a través del agua”, explicó Abdelhadi.
Conocer para prevenir
“La realidad es que no sé cuántos ganaderos están pendientes y al corriente de todas estas cosas que son el ABC de la producción”, resumió su visión, Abdelhadi, consultado por cómo esto podría prevenirse. Y agregó: “Vemos ganaderos pensando en hilar fino, en incorporar nuevas tecnologías, gestión de datos y demás, pero en ese mismo establecimiento se pierden de vista estas cosas básicas”.
Como apunte, el veterinario, que además es productor con base en Brandsen, advirtió que si continúan estos veranos tan intensos habría que hasta repensar en algunas zonas la composición racial de los rodeos. “Puedo dar fe que un Braford acá en un verano muy intenso sigue comiendo a las 11 de la mañana mientras que un Aberdeen Angus a las 8 ya está buscando sombra desesperado, y eso puede representar una ganancia de 700 gramos o de 250, respectivamente, al final del ciclo”, contó.
“Si muchos de los que hacen ganadería en Argentina pensaran en tener agua fresca en el bebedero y sombra resolveríamos gran parte de los problemas de estrés calórico”, concluyó.
Fuente:Clarin.com